jueves, 2 de junio de 2016

La Constitución (y la sociedad) que anhelo


Acabo de completar la consulta individual disponible en el sitio web de participación ciudadana en el proceso constituyente. Es una dinámica sencilla y rápida que, si bien no democratiza al 100% la opinión de los chilenos, ayuda a 'testear' la opinión de quienes tienen: 1) Acceso a internet. 2) Conciencia cívica. 3) Amor propio, por la familia y la sociedad.

El último paso ofrece la posibilidad de dejar una opinión más personal y extensa. Esto es lo que escribí. Si estás de acuerdo conmigo, o si difieres completamente, no pierdas la oportunidad de ingresar tú también y ser parte de esta proceso.

********************
Una nueva Constitución política debe nacer de las necesidades reales y prácticas de la ciudadanía.

Debe considerar el devenir de los tiempos, las características de sus hombres y mujeres, y el cómo se ha desarrollado la historia de un país.

Por lo mismo, no debe estar exenta de todos los fenómenos socio-culturales de la actualidad: multiculturalidad, diversidad, empoderamiento social, mayor acceso a la información, mayor conciencia de los derechos fundamentales, etc.

Me gustaría una herramienta política sensata, con un espíritu no sólo basado en la igualdad, la justicia y la democracia, sino que también en algo mucho más pedestre, pero muchas veces olvidado: el sentido común. Una Constitución que no hace eco del sentido común no puede ponerse en práctica cuando, a veces, la interpretación de los derechos y deberes está a cargo de personas con dudoso criterio.

Los chilenos deberíamos tener los mismos derechos, sin importar el género, la posición social, la casta, la orientación sexual, el origen territorial o el patrimonio. Nadie debería estar por sobre otros, especialmente en materia de justicia, salud y educación. El acceso a estas prestaciones, en igualdad de condiciones, debería ser garantizado para todos por igual.

Lo anterior implica que debería existir una nueva regulación sobre las instituciones privadas que han lucrado hasta la obscenidad con estos derechos, imponiendo sistemas abusivos, discriminadores y perpetuadores de un modelo donde sólo parecen ganar sus propios dueños. Hablo de isapres, AFP, bancos, universidades, clínicas. Hay que parar con la impunidad con que siguen repartiéndose el mercado, sin importarles la dignidad humana (aunque digan lo contrario).

Por último, una Constitución en un país laico, acorde con el siglo XXI, no puede ni debe imponer reglas de conducta moral. El libre albedrío es lo más preciado para un ser humano, capaz de tomar sus propias decisiones en función de sus propios conceptos éticos, morales e incluso religiosos. 

Es inaceptable pretender que el Estado imponga reglas de comportamiento que sólo atañen al ámbito personal/privado (sin afectar la libertad y los derechos de los demás seres vivos). Esto implica un cambio de paradigma, para dejar de creer que existen 'ideales' éticamente correctos y que, por lo tanto, todos los demás deben ser sancionados. Ya no están los tiempos para castigar a una mujer que desea abortar libremente o para dos hombres que quieren casarse entre ellos.

Avancemos hacia una nueva sociedad, más responsable de sí misma. Hagamos de la Constitución el marco general de acceso justo, digno y oportuno a los derechos y obligaciones de cada chileno... pero no la utilicemos para tratar de 'controlar' los comportamientos individuales, la conciencia moral propia y la responsabilidad que cada uno tiene respecto de su vida y su propia familia.

********************