jueves, 12 de abril de 2018

VIH en Chile: por esto nos contagiamos

Miremos las cifras de lo que ocurre en Chile: en tan sólo siete años (2010 - 2017), la cantidad de personas contagiadas con VIH se incrementó de 2.900 a casi 6.000. En otras palabras, ¡aumentó prácticamente en el 100%!

Esta triste realidad es aun peor cuando pensamos que ese número es incapaz de aproximarse a las cifras negras de contagio. Es decir, sólo es un dato estadístico que contempla a mujeres y hombres notificados, pero no representa el universo total de casos seropositivos para el VIH.

Como Estado y como sociedad hemos fracasado en la prevención del contagio. ¿Qué nos pasó? ¿Por qué, según indican las encuestas, menos del 20% de la población usa condón al tener relaciones sexuales? Y lo que es más preocupante: ¿por qué hoy en día pareciera no importar el contagio? 

Otra materia en la cual nuestro país ha reprobado estrepitosamente es en la concientización sobre la importancia de la detección temprana, ya que según la más reciente Encuesta Nacional de Salud sólo el 17% de los chilenos se hizo el test VIH por lo menos una vez durante el último año. ¿A qué le tememos? 

A la luz de estas informaciones, y desde mi visión como periodista otrora especializado en temas de psicología y salud, creo todo se debe tres factores principales:

1️⃣ Las malas o nulas campañas de salud pública

Estamos en una sociedad conservadora que en múltiples ocasiones ha impedido el desarrollo de programas sobre sexualidad y afectividad. Basta recordar el escándalo por las jornadas JOCAS (1995), el libro de la Municipalidad de Santiago... y, sucesivamente, con cada derivado de la Ley de la República Nº20.418, que fija las normas sobre información, orientación y prestaciones de materia de regulación de la fertilidad.

En el caso específico del VIH, las campañas del Ministerio de Salud y de diversas instituciones dedicadas a la prevención también han sido boicoteadas -o, por lo menos, cuestionadas- por la Iglesia y grupos conservadores, obligándolas muchas veces a enfocarse en una mera exposición sobre biología humana.

Pero nos falta lo esencial: educar, sin tapujos, sobre los riesgos reales que tienen los adultos y los jóvenes que ya se iniciaron sexualmente (no seamos ingenuos); enseñar a hombres y mujeres a usar el condón y, sobre todo, a educar en prevención: es decir, a tener más conocimiento sobre formas de contagio, para disminuir las conductas de riesgo.

Así, naturalizando una realidad a estas alturas innegable, es probable que el tema del VIH/sida deje de ser un tabú. Eso podría llevar a muchas más personas tomarse con mayor tranquilidad un hecho tan simple como ir a hacerse el examen.

2️⃣La hegemonía del pensamiento heterosexual 

Hay asuntos en los que el mundo homosexual ha debido madurar antes. Por ejemplo, en la conciencia sobre la discriminación y la consiguiente lucha por la obtención de derechos sociales básicos. (Porque, claro, si no eres gay no te das cuenta de que vives en una situación natural de privilegio).

Otro tema muy relevante tiene relación el contagio del VIH y la errónea creencia de que esta Infección de Transmisión Sexual (ITS) sólo está asociada al contacto sexual entre dos hombres. Por lo mismo, quienes tienen estas conductas de riesgo son exigidos socialmente para estar más informados, para cuidarse en cada relación y para hacerse el examen más seguido que los heterosexuales.

Pasaron los 80, los 90, los dos mil y se comprobó que el VIH/sida no era una 'enfermedad de homosexuales'. Pero hoy, en pleno 2018, la cantidad de hombres y mujeres heterosexuales que tienen sexo con condón continúa siendo muy baja. ¿Por qué? Porque, tontamente, pareciera bastarles con que ella tome sus anticonceptivos.

En otras palabras, impedir un embarazo es su única preocupación real. Ya sea por ignorancia ("es un tema de gays"), por desidia ("no tengo dónde conseguir un condón") o por simple machismo ("sin condón se siente distinto"), ellos y ellas olvidan la larga lista de ITS que pueden transmitirse aunque aparentemente estén limpios.

Por lo tanto, es indispensable terminar con esa sensación de los heterosexuales tienen permitido tener relaciones sexuales sin condón. Error, amiga. Error, amigo: puede que tomar la píldora te libere de un embarazo (y eso está muy bien si no quieren ser padres)… pero eso en ningún caso los hace inmune al contagio de una ITS, incluido el VIH.

3️⃣ La insalvable brecha generacional

Las manifestaciones clínicas derivadas del contagio por VIH (lo que comúnmente conocemos con el nombre de la enfermedad: sida) fueron descritas a principio de los años 80, pero sus estragos continuaron impactando al mundo entero durante casi toda la década siguiente.

Por consiguiente, todos los que vivimos y crecimos entre los 80 y los 90 siempre vimos al VIH/sida como una amenaza constante: como un trastorno incurable, una desgracia terrible. En otras palabras, una condena a muerte a la que, bueno, había que tenerle respeto… y mucho miedo.

Pero los avances de la ciencia lograron que este síndrome otrora mortal se transformara en una enfermedad crónica tan controlable como la diabetes o la hipertensión. Siendo así, dejamos de ver escenas de personas con cuerpos demacrados, llenos de manchas, con fallas sistémicas, y con un pie casi en la tumba.

A mi entender, esta diferencia generacional ha hecho que los jóvenes y adultos-jóvenes de hoy hayan perdido el respeto por el contagio. Es como si dijeran: "¿Qué más da si me contagio? No voy a morirme". Es como si se hubiese perdido la espectacularidad de la enfermedad, el impacto, la capacidad de asombro, el pudor y el respeto por los otros y por uno mismo.

¿Qué hacer, entonces? Educar. Educarnos. Ser conscientes de la historia, de la evolución de la enfermedad y de los tratamientos, por ejemplo. Decirles a los más jóvenes el contagio sí implica hacer esfuerzos: que hay que someterse a una terapia, hay que cuidar la alimentación, el estilo de vida, etc. Que la vida cambia. O sea, no porque sea tratable es menos difícil vivir con ella (sin considerar el maldito estigma que aún pervive en todos los estratos sociales).

Seamos conscientes. 
Seamos responsables. 
Seamos respetuosos. 
Seamos felices.