viernes, 16 de agosto de 2019

Es tiempo de salvar a Valparaíso

El derrumbe de una casa ocurrido el pasado martes 13 de agosto en la escalera Pasteur, a los pies del cerro Bellavista en Valparaíso, nos deja varias lecciones. La primera de ellas, quizás la más importante, es que el país completo, partiendo por sus autoridades, necesita poner más atención a la Ciudad Puerto. De lo contrario, se seguirá cayendo a pedazos. Literalmente.

Para mí, esto fue más que “un simple accidente”. El desplome en sí mismo y, peor aún, las seis víctimas fatales de las que se tiene conocimiento hasta el día de hoy son el reflejo de una lamentable suma de desidias y errores que deben ser erradicados ahora mismo de la mentalidad de políticos y porteños en general. 

En los últimos días he visto desfilar por las pantallas de televisión a muchas autoridades que, preocupadas por lo ocurrido, se han apersonado en el lugar de los hechos. Pero ¿cuántas de ellas han gestionado una intervención realista y profunda para paliar esta triste realidad de Valparaíso? O, dicho en otras palabras, ¿cuántas han hecho algo por salvar las otras vidas en peligro? 

Busquemos alternativas

Sería injusto decir que nadie ha hecho nada. Pero, a la luz de la evidencia, es obvio que los esfuerzos han sido mínimos o, por lo menos, insuficientes. Basta con caminar por algunos cerros e incluso por el plan de la ciudad para darse cuenta de que, desde hace años, hay inmuebles y personas que están en serio riesgo. 

Parece un hecho que la municipalidad tiene un déficit muy difícil de sanear y que, en consecuencia, los recursos no alcanzan para elaborar un plan de reparación y restauración. Pero no creo que se trate sólo de un tema de recursos, sino más bien de ceguera, desidia o simple mala gestión.

Valparaíso podría suscribir convenios de cooperación con las diferentes universidades, para que sus estudiantes, egresados y académicos aportaran a la investigación y a la restauración de la ciudad que los acoge. Porque la responsabilidad social de las casas de estudio no se agota en acoger a personas en situación de vulnerabilidad o en aportar al desarrollo del conocimiento.

Más autocrítica

En este sentido, me parece que las declaraciones del alcalde adolecen de autocrítica:

Valparaíso es una ciudad que está construida en la forma en que está construida. Es inherente a nuestra historia, a nuestra forma de vivir Valparaíso y los porteños, bueno, van construyendo sus casas con las capacidades y los materiales que van teniendo. Nos gustaría, naturalmente, que fuera distinto…

En resumidas cuentas: como municipalidad, como sociedad, nos convencemos de que éste es el trágico sino de la ciudad. C’est la vie! ¿En serio nadie extraña una sola mención a una amplia gama de alternativas para dejar de ser espectadores pasivos viendo cómo la realidad de Valparaíso supera nuestra capacidad de reacción, de supervisión y de gestión?

No se trata de abanderarse por colores políticos ni sacar dividendos partidistas, sino de un mensaje transversal: ¡basta de ser reactivos! Está bien “ponerse las pilas” cuando ocurren estos desastres. Está bien ayudar económicamente a las familias afectadas. Está bien reubicarlas en algún lugar seguro. Pero también hay que ser previsores y visionarios. De eso se trata el trabajo conjunto para construir una mejor ciudad, una mejor sociedad.